La palabra letuario viene del latín ‘electuarium’, un medicamento compuesto de frutas o verduras conservadas en miel o azúcar. En época medieval, la repostería y la medicina compartían muchas recetas. Como el dulce o la carne de membrillo que comemos hoy, esta receta necesita cocinarse a fuego lento durante mucho tiempo.
1 kg.
800 gr.
10 unidades
5 ramitas
Se pelan y cortan los membrillos en gajos. Se reservan la mitad de las pieles, con las que se hace un hatillo, metiéndolas en una gasa.
Se ponen los gajos de membrillo en una cazuela esmaltada y se les añade agua justo hasta cubrirlos. Se echan las especias y el hatillo de pieles, y se lleva a ebullición, bien tapado. Se cuece despacio hasta que los membrillos están tiernos (dependerá de lo maduros que fueran).
Cuando están hechos los gajos, se destapa la cazuela y se sigue cociendo a fuego bajo hasta que se reduzca el almíbar y quede del mismo suculento color rojizo que la carne de membrillo, casi como si estuviera cocido en vino tinto.
Dividido en cinco libros y redactado a mano por un copista letrado, este es uno de los confiteros más importantes escritos en castellano. La compilación sigue el modelo medieval, heredado de la medicina clásica y los tratados árabes, con una parte dedicada a lo dulce y la otra a la perfumería.
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